lunes, 23 de junio de 2014

JOIE DE VIVRE

"Dijo Dios: "Haya Luz" y hubo luz" Génesis 1- 3.

Así comenzó todo, al menos para occidente, a través del Verbo. Por aquél entonces las palabras eran sonidos, e imagino que la divinidad utilizó pocos sonidos para crear el Universo y darle forma. 
Esos sonidos primarios, semejantes a la materia prima constitutiva, fueron variando en la medida en que la creación se hacía diversa, pero si rastreáramos el lenguaje que hoy usamos, nos llevaría directamente a un puñado de sonidos originales y universales.
Entre otras cosas por eso es interesante la etimología, y lo son las lenguas. Sonidos de creación en la sinfonía de la existencia.

Si tomamos de ejemplo a las pequeñas criaturas humanas, el sonido amma es uno de los primeros que articulamos. De éste se derivan un montón de palabras, tantas que como en un árbol, las ramas más alejadas han perdido la memoria de su fuente original. Pero de él sabemos a ciencia cierta que parten mama, mamá, madre, ama, amante, —no estoy muy segura si amasiato pero me gustaría—, amamantar, etc… Y todas ellas derivan de la palabra amor. 

Una de mis derivaciones preferidas de la raíz amma, es amicus, en castellano: amigo. Y esta palabra me gusta tanto verbal como prácticamente. 

Y dijo Dios: "Amma" y aparecieron los amigos. Y entonces se puso bueno esto de vivir.

Todos sabemos de qué va eso de la amistad, no hace falta definir la palabra ni consensuar el concepto. Pero sí voy otra vez a despotricar del romanticismo medieval que nos ha hecho elevar el amor romántico por encima de otros. Y también voy a despotricar de nuestra herencia latina que nos ha hecho sentir que la familia va por encima de todo lo demás. Y voy a despotricar también de la represión patriarcal que nos ha limitado a establecer relaciones amistosas profundas exclusivamente con personas nuestro mismo sexo. Despotrico y aprovecho para gritarle al mundo que defendamos, cuidemos y cultivemos nuestras relaciones de amistad con el sexo opuesto. Démosles tiempo de calidad sin miedo. Estemos ahí siempre. Y hagámosles saber lo importantes que son para nosotros. Como mínimo.

Porque resumiendo mucho pero salvando la esencia de las cosas, los amigos nos hacen la vida alegre. El famoso joie de vivre, se manifiesta ahí. No en la pareja, en la pareja uno revolotea en la felicidad subjetiva hasta que le alcanza la cruda realidad cotidiana y entonces a veces volamos y otras nos arrastramos como reptiles. Sin embargo, la relación que por excelencia tiene la infinita capacidad de proyectarnos a los abismos de las carcajadas constantes, de la íntima complicidad de las bromas, ésa que nos hace inventar un nuevo lenguaje cifrado que sólo nosotros entendemos, ésa que nos reúne en un álbum de instantáneas históricas y memorables, recuerdos, más recuerdos, anécdotas, hermandad… esa relación es exclusivamente la de la amistad.

Todos hemos pensado alguna vez de forma naïve que la guinda del pastel en la amistad sería además poder tener sexo. ¿Con quién mejor que con tu mejor amigo?… Pero todos sabemos que es uno u otro. Ante tamaño candado, sin embargo, la amistad goza de la libertad que las relaciones afectivo-sexuales no tienen. Justamente porque no hay genitalidad de por medio, y por lo tanto, tampoco instinto de propiedad privada. A cambio del placer lujurioso tenemos la libertad de ser quienes somos, de expresarnos sin miedo, de volarnos la barda, de aventurarnos en nuestra sombra y en los infiernos e ir tomados de la mano, diciendo estupideces por el camino. De caminar nuestros pasos y por muy lejos que nos vayamos siempre habrá una voz del otro lado de la línea que nos recordará quienes somos, quienes fuimos y quienes seremos a pesar de las canas y los achaques.

El amor en los tiempos del cólera, de la disco de moda, del mundial, de la madurez, en todos los tiempos tiene un nombre: amicus, de amma, de amor, de amor incondicional.

Por ellos, mis cachorritos, esos hombres que han sabido ser amigos. Por muchas vías lácteas, muchos amaneceres más… tomados de la mano riéndonos, sosteniéndonos, queriéndonos. Por el joie de vivre compartido. Por los que están hoy y por los que se fueron. Esta noche de San Juan, de comienzos renovados, quemando lo viejo —que no al viejo— ustedes permanecen para siempre...